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¿Eres de las que sufre de dolor de regla? ¿Ya no sabes qué hacer para calmar tus dolores menstruales y estás harta de tomar ibuprofeno o paracetamol?

Si has respondido afirmativamente, esto te interesa, y si conoces a alguien que lo sufre también.

Aunque algunas mujeres apenas sienten ligeras molestias durante los días de sangrado menstrual, otras en cambio viven ese proceso natural como una verdadera tortura: migraña, náuseas, diarrea, dolores en la zona ovárica o dolores lumbares, etc.  Es verdad que esos casos más críticos pueden ser debidos a alguna patología previa como endometriosis u ovarios poliquísticos, por lo que necesitarán acudir al especialista médico para que las examine y prescriba un tratamiento específico. Sin embargo,  la  gran mayoría de mujeres, sin llegar a pasarlo tan mal, sí que sentimos malestar y dolores leves que no nos incapacitan para seguir con nuestro ritmo de vida, pero que sí nos obligan a tomar algún analgésico para sobrellevar mejor esos días.

¿Por qué sufrimos esos dolores durante la menstruación? ¿Qué causas los provocan?

Aquí tenemos  algunas explicaciones, pero antes vamos a repasar de forma sencilla y resumida qué función tiene el útero o matriz:

  • Nuestro útero es el órgano reproductor femenino, está recubierto en su interior por el endometrio, que es donde se implantará el óvulo si éste ha sido fecundado durante la ovulación, dando lugar a la gestación. El endometrio se prepara cada ciclo menstrual para recibir un óvulo fecundado, pero si esto no sucede, esa capa que ha ido haciéndose más gruesa para recibir al óvulo, debe ser expulsada para dar lugar a un nuevo recubrimiento que pueda albergar un nuevo óvulo fecundado. Pues bien, el útero, que es un órgano muscular y que de forma constante se contrae, aunque de forma imperceptible, aumenta la intensidad de las contracciones durante la menstruación para ayudar a desprenderse del endometrio, lo que dará lugar al sangrado. Y de nuevo, vuelta a empezar: preparación de un nuevo endometrio, si hay implantación de óvulo fecundado → gestación y si no hay implantación de óvulo fecundado → expulsión del endometrio mediante el sangrado o regla y así sucesivamente durante todo el periodo de vida fértil de la mujer.

 

  • Por otro lado, para conseguir que las contracciones musculares del útero sean más intensas y el endometrio se desprenda con más facilidad, durante la menstruación el organismo libera unas sustancias similares a las hormonas, llamadas prostaglandinas. Al aumentar el nivel de las contracciones también aumenta el dolor que provocan.

Así que, a parte de la incomodidad del sangrado en sí, y de todas las molestias que ello conlleva, también tenemos que soportar esos dolores en la zona de los ovarios y/o en la zona lumbar debido a esas contracciones. A todo esto, hay que sumarle también los cambios hormonales que padecemos las mujeres durante el periodo premenstrual y menstrual, y que nos tienen viajando en una montaña rusa de emociones descontroladas. Pero de eso, ya hablaremos en otra ocasión.

Ahora que conocemos un poco más acerca de los motivos que producen los dolores menstruales, vamos a echar mano de dos sabios consejos del saber popular que siempre funcionan y que nos ayudarán a aliviarlos de una forma muy natural:

1.- Prepárate una buena infusión de artemisa (Artemisia vulgaris), que es una de las plantas medicinales más eficaces para aliviar los trastornos que acompañan a la menstruación, y tómatela calentita mientras disfrutas de un momento de tranquilidad y relax. La artemisa, al actuar a nivel hormonal y tener efectos estrogénicos, nos ayuda de diferentes formas: mejora la circulación sanguínea en el útero y la zona pélvica disminuyendo los dolores típicos de la regla; ayuda a estimular la bajada de la regla cuando se retrasa; tomada regularmente regula los ciclos menstruales irregulares y fortalece el útero, etc.

Puedes añadir hierbaluisa o salvia y te beneficiarás de sus propiedades calmantes y antiinflamatorias a la vez.

 

2.- Aplica calor local en la parte inferior del abdomen o en la zona lumbar, allá donde sientas dolor. Puedes utilizar la típica bolsa de agua caliente, una almohadilla térmica o mejor aún termoterapia de infrarrojos con cataplasma de Artemisia princeps.

Más información

Ponte cómoda en algún lugar tranquilo aplicando calor en las zonas doloridas. Verás cómo sólo con este sencillo gesto, enseguida notarás como el dolor disminuye y puedes retomar tus actividades habituales. Fácil ¿no?

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